-Hola-dice ella sonrojada, mientras se rizo un pequeño mechón con los dedos.
-Hola-respondé él estrujándose las manos, nervioso.
Ninguno de los dos se miran a los ojos.¿Culpable?
La vergüenza.
-¿Qué tal?-pregunta él intentado no haber fallado en el intento de comenzar una conversación.
-Bien-responde con una sonrisa, demostrándole que ha dado resultado.
A el se le dibuja otra sonrisa, feliz, por una razón que ni siquiera conoce.
-¿Te parece un paseo?
-Si.
Ninguno de los dos se mueve del sitio.
Están demasiado cómodos allí de pie, uno frente a otro.
Ella mira el paisaje, el cuidado jardín de su abuelo.
Se encuentra junto a un lago y a su lado está la silla blanca en la que su abuelo siempre se sienta a contarle viejas historias.
-¿Como se llama esto?-pregunta sin apartar la mirada.
El sonríe, haciendo que por instinto la chica lo miré.
-Llamémoslo amor.
Por primera vez se miran a los ojos.
-¿Te parece?
-Me parece-asiente ella.
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